TITULO ORIGINAL
La classe operaia va in paradiso
AÑO
1972
DURACIÓN
111 min.
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PAÍS
DIRECTOR
Elio Petri
GUIÓN
MÚSICA
FOTOGRAFÍA
REPARTO
Gian Maria Volonté, Mariangela Malato, Salvo Randone
PRODUCTORA
GÉNERO Y CRÍTICA
Más información
1972: Cannes: Palma de Oro / Drama social / Ejemplo del cine denuncia, en este caso de las condiciones laborales en las fábricas, a través de la historia de un obrero modelo que, a raíz de un accidente, se convierte en sindicalista. (FILMAFFINITY)---------------------------------------
LA CLASE OBRERA VA AL PARAISO (1971)
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Mientras que la clase obrera es únicamente aquella parte del proletariado que no tiene otra posibilidad de supervivencia que vender su fuerza de trabajo. Nada más y nada menos.
No son obreros los artesanos y artistas que trabajan y viven de sus propios medios de producción o se mantienen con su ingenio, pequeños comerciantes, deportistas profesionales, pequeños campesinos, profesionales libres o autónomos, funcionarios religiosos, mujeres que no quieren vender su fuerza de trabajo sino intentar gozar o soportar las tareas de reproducción, u otras actividades afines (varones muchos menos, todavía..), y todas las demás personas que renuncian, no pueden o no quieren venderse como mercancía a un capitalista, a un propietario de medios de producción y capital, grande o pequeño que sea.
Mientras que, literalmente, es trabajador todo aquel que trabaja, si y cuando trabaja. Empleado o capitalista activo, en funciones. Mercenario o artista. Obrero o latifundista activo. Político, sindicalista o empleado del hogar. Madre reproductora o Ongeista en misión. Etc.
Pero, por supuesto, únicamente una parte de estos trabajadores son obreros.
Los obreros empleados no agotan el concepto de trabajador. No es lo mismo un obrero que un trabajador, sino que hasta pueden estar en las antípodas como situación de clase. El obrero trabajador, por ejemplo, es casi siempre explotado por un capitalista trabajador. El trabajo los une como concepto, pero uno es obrero, el otro capitalista.
Dicho esto, todo resulta más claro. La trampa semántica que favorece la confusión entre trabajadores y obreros esconde algo mucho más gordo: la negación de la esencia del capitalismo.
Que es la lucha de las dos grandes clases mundiales contemporáneas, y que se presenta como interactividad de oposiciones parciales o en ocasiones antagónicas de los seis sectores que las componen: sector rentista, en funciones y oligárquico de la clase capitalista, y empleado, subempleado y desempleado de la clase obrera.
Así, salvadas rarísimas excepciones, los sindicatos se han transformado en mecanismos internos reguladores del llamado ?mundo del trabajo, ?marco laboral?, ?sector productivo?, ?mercado laboral?, etc.
No buscan el cambio radical, la revolución del modelo de desarrollo, representando a toda la clase.
No pueden ya salirse de su función interna, determinada por los sectores empleados a los que tienen que responder, y al estado que les tolera, apoya o protege.
Todo el mecanismo sindical capitalista, o prácticamente todo, está integrado en esta función, y de ahí que les conviene confundir a obreros con trabajadores, para transmitir una impresión de función social general.
Pero en realidad la clase obrera de la globalización, al interior de cada pueblo o a nivel global planetario, no está ni defendida ni representada, ni menos aún organizada por ningún movimiento social general, como lo es al contrario el sindicalismo para los trabajadores empleados.
Y esto es muy grave. Enormemente preocupante. A nivel mundial, la clase obrera se compone de manera minoritaria de empleados. Mientras, en los países industrializados metropolitanos y de capitalismo imperialista, el otro sector, el precariado o sector subempleado, está superando o ya ha superado en importancia al sector trabajador empleado de la clase!
En EH, la situación no es menos grave, a pesar de que al parecer existen todavía fuerzas sindicales que no han abandonado del todo una concepción de clase
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