Esta semana ha habido un acontecimiento en la cinematografía de Nicaragua. Luego de más de veinte años, ha llegado a las salas un largometraje de ficción, La Yuma, de la realizadora Florence Jaugey, cineasta y actriz francesa radicada en ese país prácticamente ese mismo tiempo. Es el retrato de una joven boxeadora, cuyo nombre da el título a la cinta, que vive en un barrio marginal de Managua y pertenece a una pandilla, y busca superar con su desempeño en el ring las necesidades económicas de su familia.
“Es importante que la gente conozca ese barrio, es nicaragüense, y esa es la forma que tiene la gente de enfrentar todas las desgracias; como francesa que soy toda la vida me ha llamado la atención ese talento de la gente, esa picardía de transformar las desgracias, de burlarse del drama”, dijo Jaugey en el estreno.
Previamente, ha dirigido cinco documentales, cuatro de breve duración y el largo La isla de los niños perdidos (2001). Este lanzamiento es un paso más en la paulatina reactivación del cine nicaragüense, que antaño llegó a disputar el Oscar extranjero con Alsino y el cóndor (1982), de Miguel Littin, teniendo como socios a Costa Rica, Cuba y México. En la última década, se ha incrementado, sobre todo a través de jóvenes autores, la cifra de cortometrajes y documentales producidos en soporte digital, luego de la adaptación de una comunidad formada principalmente en el celuloide.
La Yuma es una coproducción con México, España y Francia, dura hora y media, y es distribuida por Wanda Visión, la coproductora de las cintas de Claudia Llosa, Madeinusa y La teta asustada, y otros importantes filmes latinoamericanos como Hamaca paraguaya y La ciénaga.
Ha transitado el conocido camino de los fondos y festivales, donde coincidió con proyectos peruanos, como en el Göteborg International Film Festival, en el que ganó un premio de post producción junto a Paraíso de Héctor Gálvez, y el Festival de Cartagena, en el que reconocieron a la protagonista Alma Blanco y Eliézer Traña como mejor actriz y actor de reparto, mientras Contracorriente, de Javier Fuentes–León, recibía el premio del público. Vean el tráiler:
“Es importante que la gente conozca ese barrio, es nicaragüense, y esa es la forma que tiene la gente de enfrentar todas las desgracias; como francesa que soy toda la vida me ha llamado la atención ese talento de la gente, esa picardía de transformar las desgracias, de burlarse del drama”, dijo Jaugey en el estreno.
Previamente, ha dirigido cinco documentales, cuatro de breve duración y el largo La isla de los niños perdidos (2001). Este lanzamiento es un paso más en la paulatina reactivación del cine nicaragüense, que antaño llegó a disputar el Oscar extranjero con Alsino y el cóndor (1982), de Miguel Littin, teniendo como socios a Costa Rica, Cuba y México. En la última década, se ha incrementado, sobre todo a través de jóvenes autores, la cifra de cortometrajes y documentales producidos en soporte digital, luego de la adaptación de una comunidad formada principalmente en el celuloide.
La Yuma es una coproducción con México, España y Francia, dura hora y media, y es distribuida por Wanda Visión, la coproductora de las cintas de Claudia Llosa, Madeinusa y La teta asustada, y otros importantes filmes latinoamericanos como Hamaca paraguaya y La ciénaga.
Ha transitado el conocido camino de los fondos y festivales, donde coincidió con proyectos peruanos, como en el Göteborg International Film Festival, en el que ganó un premio de post producción junto a Paraíso de Héctor Gálvez, y el Festival de Cartagena, en el que reconocieron a la protagonista Alma Blanco y Eliézer Traña como mejor actriz y actor de reparto, mientras Contracorriente, de Javier Fuentes–León, recibía el premio del público. Vean el tráiler:
CORTOMETRAJE "La Traición"
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